Cenotafios. Tumbas de los Reyes Católicos

El Renacimiento supuso una nueva estética y una revolución del ideario ético-político.

En la Capilla Real de Granada se hizo presente gracias a la gestión del conde de Tendilla, miembro de la prestigiosa familia de los Mendoza, tan influyente en la introducción de este estilo en España, al encargar por su sugerencia Fernando el Católico la ejecución del cenotafio real a Domenico Fancelli.

Este escultor había realizado el del cardenal de España Diego Hurtado de Mendoza para la catedral de Sevilla, y concluido recientemente el del príncipe don Juan para la iglesia de Santo Tomás en Ávila.

Su mejor obra conocida es el mausoleo real de Granada, labrado en Génova en mármol de Carrara entre 1514 y 1517.

El sepulcro es un túmulo troncopiramidal, de tradición florentina, próximo al de Sixto IV de Pollaiuolo, que muestra un notable equilibrio entre elementos ornamentales (grifos, guirnaldas, grutescos) y heráldicos, por una parte, y por otro escenas del Bautismo, la Resurrección y san Jorge, apóstoles y padres de la iglesia.

Los yacentes son figuras llenas de idealismo, si bien Gómez-Moreno González considera auténtico retrato el rostro de Fernando el Católico.

Fue Fancelli un escultor correcto y buen ornamentista, formado en el taller de Mino da Fiesole y estrechamente vinculado a las tradicions del Quattrocento; a través de su serie de sepulcros abrió al arte cortesano la vía renacentista, capaz de definir un nuevo discruso conmemorativo que una la idea de trascendencia religiosa a un lenguaje cimbólico inspirado en la Antigüedad.

La llegada en 1526 del futuro emperador Carlos V, sus ideas sobre lo que debía ser el panteón real y la intervención de un cortesan como don Antonio de fonseca, él también decidido partidario y mecenas de las innovaciones renacentistas, harán de la Capilla Real el centro de reunión de los más importantes artistas del Renacimiento español, unos al principio y otros al final de su carrera.

El programa innovador se decide en la Corte.

Cenotafios Tumbas de los Reyes Catolicos
Cenotafios de los Reyes Católicos

Hacia 1519, en Barcelona y Zaragoza, se contratan las nuevas obras que tienen por objeto engrandecer el mausoleo cuyo destino iba a ser ahroa acoger a los primeros Austrias. El plan inicial es una continuación de cuenta se había ejecutado en la Capilla Real de Granada.

Se encargó al burgalés Bartolomé Ordóñez un nuevo cenotafio, destinado a doña Juana y Felipe el Hermoso, para ocpuar su lugar en el crucero junto al de los fundadores. El encargo, ejecutado por Fonseca en Barcelona, marca el inicio del relevo de los grandes decoradores italianos.

Ordóñez aportará, frente al carácter conservador de la obra de Fancello, las innovaciones que se habían impuesto durante el siglo XVI en Italia, donde el escultor acababa de triunfar.

Éste es uno de los rasgos diferenciales del Renacimiento español durante la época imperial. Al morir prematuramente Ordóñez en 1520, el cenotafio estaba acabado en lo principal, aunque no se colocó hasta 1603.

Cenotafios Tumbas de los Reyes Catolicos
Cenotafios de los Reyes Católicos

El túmulo vuelve a la tipología tridicional de paredes verticales, sobrealzando un segundo cuerpo que sirve de cama a los yacentes y aumenta su monumentalidad.

Conserva, si bien transformado, algo de lo esencial de la obra de Fancelli, especialmente en la organización de los frentes. el programa decorativo y los monstruos de las esquinas.

Sin embargo, la obra de Ordóñez supera las limitaciones expresivas y el carácter exclusivamente heráldico del proiyecto italiano mediante sus figuras (san Andrés, los santos Juanes y san Miguel) que, aunque siendo una iconografía emblemática, nos remiten a nuevos modelos expresivos dominados por la experiencia de Miguel Ángel Buonarotti, y las escenas de los medallones (Nacimiento, Adoración de los Reyes, Oración del Huerto y Descendimiento), impresionante síntesis cristológica.

Los cenotafios, alzados sobre una austera cripta subterránea que conserva los féretros reales junto al del príncipe don Miguel, están frente al altar mayor, auténtica culminación del programa político-religioso, con su precedente en Santo Tomás de Ávila y su consecuencia en El Escorial.

Sepulcro del Príncipe Don Juan. Iglesia de Santo Tomás Ávila
Sepulcro del Príncipe Don Juan. Iglesia de Santo Tomás Ávila

El enorme altar se encuentra situado sobre una gran escalera, tan ancha como la nave, bordeada por un pasamano de mármol de Macael diseñado y ornamentado ricamente por un decorador italiano, Francisco Florentino, constituyendo un conjunto de seguro afecto teatral.